
En la presentación del libro en Barcelona, Skármeta recordó que en Santiago es tradición que los indígenas mapuches trabajen como panaderos y se instalen en grandes empresas panificadoras o en pequeñas panaderías.
Precisamente en uno de estos pequeños negocios es donde transcurre la historia de Galletas chinas, regentada por un emigrante español, que invita a Pedro Collihuinca, su mujer y el hijo de ambos a un restaurante chino.
Al finalizar la comida les entregan a cada uno un dulce envuelto en celofán en cuyo interior encuentran un papelito con un mensaje o un proverbio chino con relación al futuro.
El propio Skármeta se reserva un papel en este cuento-fábula, el de un inspector de sanidad que al final dictamina a favor del niño cuando éste ingenia unas nuevas galletas con papelitos en su interior: "no es un problema sanitario, es una nueva variante del arte de la repostería, las chilean cookies".
Para el autor chileno, los motores de la economía son las pequeñas empresas, las pymes, y dentro de estas, las microempresas, en las que no existe la relación autoritaria entre un gran jefe y un grupo grande de obreros.
"Por esa razón quería celebrar esos micromundos y además dibujar un gesto de cariño hacia esos chicos que aman a sus padres y al amor al trabajo, que es para mí siempre fuente de inspiración y poesía", dijo.
El autor de El cartero de Neruda aclaró que su actitud no difiere en nada de lo que hace cuando escribe para adultos.
"No acudo a diminutivos, no trato de enternecer ni hermosear el lenguaje, y si hay una palabra con dificultad, la pongo sin escrúpulo, porque el padre podrá asistir al niño lector o éste podrá acudir a Google".
A mi parecer es una historia encantadora que logra retratar una pequeña unidad de negocio en la más tierna de todas las relaciones,la familia.